30 de julio de 2008

recuento de horas mágicas

…en la ciudad maya, le conocí.


Le vi llegar en su nave azul, parecía espacial.
Estaba toda adornada con espirales de colores,
enredaderas con flores hermosas,
rojas eran y aún brotaban gotas que parecían miel,
recordando la lluvia del camino.

Le observaba de lejos,
me gustaba sentir como los movimientos que de el nacían,
me envolvían instante tras instante,
así como contacte con el…
al instante.

Ya no podía dejar de mirarle…

En la tupida selva,
en la imperial ciudad maya,
entre arañitas,
hojas verdes de todos colores,
aroma a vida,
a pachuli,
a incienso,
a tierra mojada,


entre los monos, los pájaros y la energía espacial de mis ancestros mayas,
le tome de la mano para vibrar en un árbol y comprender que me enfrentaba a dos fuerzas aparte a la mía.

Era pues un desafío.
Pero ni dude en enfrentarlo.

Y me senté a la sombra del árbol grande grande y deguste de unos hongos bañados en miel virgen con moras de la temporada,
aliviando hambre y sed.


Y no pude dejar de mirarle y encontrar en el, la belleza de unos ojos que se encontraban ya dentro de otros ojos.

Entre a terrenos mágicos
Pequeñas fisuras que se desprendían en dos dimensiones,
emanando luz,
para llegar al impacto.

_no palabras.
_no contacto físico.

Era pues un desafío,
al que dos debían de enfrentarse.

Y los dos seres, caminaron por la selva,
bebieron el agua de río,
subieron y fumaron su hachís en la cima del templo mas empinado.

Y oraron.
Lloraron.
Vibrarón.

Y dejaron atrás sus respectivas condenas para iniciar un viaje,
ya los dos,
en una misma dimensión,
con luz,
con fuerza,
sin miedo.

Día fuera del tiempo,
horas mágicas.

Comienza el año tormenta.


sOfia.viDal